EUDAVE, CECILIA
¿Por qué el mundo no podría vivir sin fantasmas, aunque los tema, los exorcice, los rechace, los ignore Será por su necedad de permanecer, por su conciencia que más allá de la muerte los lleva a resarcir un daño o concluir un remordimiento, un tormento, una bajeza. Será porque son una pequeña apocalipsis, un devenir carnal del espíritu, una extraña memoria que sacude el mundo o un cristal a punto de romperse. Aquí no se va debatir su existencia: existen. Aquí, como escribió Antonio Pereira, «acaso la belleza no sea más que la búsqueda de la belleza» en estos seres fantasmagóricos para encontrar un sentido a su naturaleza y por ende a la nuestra.